Casi me atrevería a decir que si algo distingue a un masón y a una masona es la Libertad. Libertad sobre los prejuicios sociales, Libertad sobre el mundo, Libertad sobre sí mismo.
Si bien es cierto que nunca dejamos de ser aprendices, que nunca dejamos de trabajar por ser un poco más libres, o al menos de intentarlo.
Sé que reflexionando sobre este tema lo primero que viene a la cabeza son los niños esclavos, obligados a trabajar en el mejor de los casos, obligados a morir en la mayoría, como carnaza de multinacionales que no ven más allá del beneficio, como carnaza de generales de salón, obligados a empuñar un fusil o un machete y a mutilar los sueños de otro niño.
Pero ojo, esas multinacionales venden y nosotros, yo, soy su cliente, y compro sus productos.
Como decía nos vienen a la cabeza, niños, y niñas y mujeres, y el sexo y su esclavitud. Pero nosotros, yo, seguimos consumiendo.
Consumiendo, consumiendo, consumiendo.. la esclavitud del siglo XXI.?
Me levanto con el despertador que ilumina la pared proyectando la hora y queda tan bonito en la mesilla.
Aparto las sabanas que compre en aquella maravillosa tienda y la manta que sin duda hacía falta para dar ese toque a mi habitación.
El jabón de la ducha debe ser el que mantenga mi piel suave y tersa, la maquinilla de afeitar que me haga tan varonil y sexy y necesito decir quién soy cada temporada con una ropa adecuada a la imagen que quiero dar de mi mismo.
Me monto en el coche que dice que soy un macho alfa joven y atrevido.
O quizás no.
Consumo, desde que me levanto hasta que me acuesto, consumo.
Soy un esclavo del siglo XXI.
Estoy rendido a un sistema de desarrollo basado en usar y tirar.
Porque el beneficio, el beneficio es nuestro dios.
Pero sé que todo esto puede cambiar, y que si quiero cambiar el mundo yo debo ser ese cambio en el mundo.
Puedo vivir de una forma medioambientalmente sostenible y puedo pedir a la sociedad a la que pertenezco que lo haga.
Desde 1979 el estado español ha subvencionado con 77.560 millones de euros el sector económico de la construcción. Y España ha crecido, bueno, el bolsillo de algunos si, pero ya no hay españoles que siguen sin vivienda digna, y no hay trabajadores sin formación, no hay ayuntamientos que no atiendan las necesidades de los expulsados del núcleo de la sociedad a los círculos de las eyecciones sociales, Michel Onfray dice que hay tres, los condenados a vagabundear sin domicilio, los réprobos improductivos y los explotados.
Podríamos hablar del romanticismo revolucionario, de la ética de la violencia, de la libertad libertaria y de cuál es el terreno de la resistencia.
Pero hablar no vale, al igual que la Masonería no se lee, se vive en las tenidas, la Libertad no se teoriza, se practica.
En nuestra sociedad la religión es la teoría del capital, nuestros santos los hacedores de beneficios.
La miseria es sucia y nos divide, la izquierda y el trabajador están relegados a ser la mística de esta religión.
Nietzsche certificó la muerte de Dios.
Soros la muerte del trabajador.
De la circunstancia de la muerte de Dios se nos llamó a construir el superhombre, de la muerte del trabajador deberíamos llamar al nacimiento del Ser. Y como el superhombre nacía de la voluntad de poder, el Ser nacerá del reconocimiento del Deber, el deber que tenemos cada uno, deber para con uno mismo, Libertad, y deber para con el otro amplio, el Ser amplio, Ser humano, Ser medioambiental, Ser reflejo del Todo, Igualdad.
Todo ello bajo la ley de la Fraternidad
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