lunes, 30 de enero de 2012

LOUISE MICHEL, una mujer que molestaba.


¿Por qué he decidido hablaros de Louise Michel?
F. D. de la  R.·. L.·. Anatole France, Paris

Mi interés va más allá de que una logia de la calle Pinel con su nombre ha sido, durante muchos años, compañera en mi itinerario masónico (uno de los templos de la Federación francesa de El Derecho Humano lleva el nombre de esta luchadora) o que tenga una estación de metro dedicada ella, desde 1937 en Levallois-Perret, lugar donde está enterrada.
Louise Michel nació al alba del movimiento obrero, el 29 de mayo de 1830. Podemos decir que es una figura del movimiento revolucionario desde su destierro a la Nueva Caledonia, aunque se calificaba a sí misma como anarquista. Mujer apasionada y apasionante donde las haya, apodada la indomable, la rebelde, la intrépida, la insumisa, caricaturada por sus adversarios, renegada por muchos, respetada por los suyos, aquellos que luchan contra la injusticia.

Forma parte de aquellas mujeres que abrieron brecha a favor de sus derechos. Mujer excepcional, cantada por Victor Hugo y Verlaine, destaca su lucha por las libertades, por la igualdad; en contra del racismo y a favor del bienestar colectivo. Enfrentada a toda injusticia, luchó por edificar un mundo de progreso y paz.

Así escribió en Londres en 1898 en el prefacio a su libro “La  Comuna, Historia y recuerdos”: “arduas son las etapas, pero no son eternas, lo que es eterno es el progreso, ubicando en el horizonte, un nuevo ideal cuando el de ayer aún parecía una utopía….”

Desde su más tierna infancia su deseo de aliviar las miserias humanas le lleva a distribuir entre los más pobre todo cuanto posee. Rápidamente este altruismo se transforma en acciones concretas en contra de la miseria y de la estupidez, posteriormente en una entrega y un compromiso total para con los más desfavorecidos.

Preocupada por la educación, se dedica al magisterio durante algunos años antes de instalarse en Paris en 1856. Impulsó una enseñanza viva, concreta, inspirada de sentimientos republicanos, de hecho una verdadera escuela laica.

Seguramente esta voluntad por transmitir el saber a los niños, para permitirles que el día de mañana fueran hombres y mujeres capaces de decidir por ellos mismos su futuro, es la que le impulsó, una vez deportada a Nueva Caledonia, a dar clases a los nativos, considerados en aquella época por el gobernador y los colonos franceses como una raza inferior.

En París desarrollará una actividad literaria, pedagógica, política y como activista, se relaciona con varias personalidades blanquistas (seguidores de Louis Auguste Blanqui. Escribe poemas que firma con el seudónimo de Enjolras, colabora también en diarios de la oposición como “El grito del pueblo”, y frecuenta asambleas públicas. Pone en tela de juicio elementos claves de la estructura social y religiosa, las desigualdades entre el hombre y la mujer, la opresión ejercida sobre los más débiles, niños, animales, esto desde su más tierna infancia, lo que le forja una firmeza ideológica intachable.

Louise defendió ideas muy innovadoras para la época tal como escuelas profesionales y orfanatos laicos. Su compromiso con los pobres y marginados data de antiguo, pero su salto a la esfera  política se opera cuando asiste a los cursos de educación popular que organiza Jules Simon, a la lectura de Darwin y de Claude Bernard. Por aquel tiempo empieza a frecuentar el grupo de mujeres que trabajaban en Le Droit Humain - El Derecho Humano que animan la Señora Jules Simon y Maria Deraismes en la escuela profesional gratuita donde Louise Simon está encargada de las clases de literatura y de geografía.

A sus 40 años de edad, siendo miembro del comité de vigilancia de Montmartre, fue muy activa durante la comuna de París. Propagandista, enrolada en el 61 batallón de Montmartre, camillera, combatiente, conoce a Clémenceau, alcalde del distrito XVIII de París.

Toda su vida es la viva imagen de un compromiso sin renuncias, combatiente al servicio de las causas populares. Conoció la carcel, la deportación, sin renegar de aquellos principios que conformaban su vida.

En Nueva Caledonia, rechaza el beneficio de un trato diferente del de sus compañeros de deportación. Crea el periódico Pequeños anuncios de la Nueva Caledonia y edita Leyendas y canciones de gesta caledonios. Prepara un diccionario de las palabras más usuales entre las diferentes tribus y fue sin lugar a dudas una de las primeras combatientes anticolonialistas cuando estos se sublevan en 1878.

Un joven deportado de la comuna escribía a propósito de Louise: ”tiene la bondad de los ángeles, la inalterable dulzura, la entrega y la abnegación de una santa: de indulgencia sin límites, favorece a todos, cura y consuela a los enfermos, ofrece a los hombres ejemplo de valor y de calma. Tan pronto como recibe algo de dinero, lo distribuye. No sabe guardarse para sí nada." Un acta policial corrobora estos hechos el 29/01/1874: “el personal administrativo la mira como a una santa”.

Modelo de valor y de dignidad, también fue precursora en la lucha por la igualdad, escribía:”si la igualdad entre los dos sexos fuese reconocida, sería una inmensa brecha en la estupidez humana”.

Feminista antes de tiempo, lo fue en una sociedad en la que los tabúes predominaban: o bien, la mujer era ama de casa, o bien, estaba perdida, y a esto ella decía riéndose: “no quiero ser el potaje del hombre”.

Su influencia aún está presente, hoy en día, en varios departamentos de Estudios femeninos americanos. Louise Michel es con Georges Sand, una de las raras mujeres que adoptaron el traje de hombre en un momento de sus vidas, hecho revelador de une reivindicación feminista.

Mujer, amó y su amor murió bajo las ráfagas de las balas de Versailles. Al parecer la violencia de la represión de Versailles provocó en Louise Michel la necesidad de refugiarse en un sueño de sociedad ideal bajo el signo de la más completa libertad. Después del armisticio de 1880, su regreso a París fue triunfal. Figura legendaria del movimiento obrero, moviliza las masas obreras. Militante incansable, da numerosas conferencias en Francia y en el extranjero. En 1887, se posiciona en contra de la pena de muerte.

Durante los 10 últimos años de su vida, Louise Michel, siendo ya una gran figura revolucionaria y anarquista, multiplica sus conferencias en París y provincias; fundando en 1895 el diario “el libertario”. Muere en Marsella en enero de 1905. El 21 de enero su funeral congrega en París a una multitud de varios miles de personas. Numerosos oradores tomaron la palabra, y, entre ellos, el Venerable de la Logia de la Fraternidad Universal. Insignias y emblemas Masónicos florecieron sobre su tumba en el cementerio de Levallois-Perret, de tal manera que el anarquista Sebastien Faure hizo resaltar que no perteneció a ninguna asociación, ni tan siquiera al anarquismo, ya que en aquel entonces no estaba aún estructurado ni federado.

Un testigo ocular, André Lorulot, afirmó que entregó su solicitud de adhesión a la Orden Masónica Mixta Internacional “Le Droit Humain” fundada en 1893, hecho corroborado por otra fuente.

A propuesta de Madeleine Pelletier, fue invitada, un año antes de su muerte, a entrar en Masonería. En esta ocasión dio un discurso de recepción aunque no fue iniciada pero sí de alguna manera cooptada el 20 de julio de 1904. Los miembros de esa logia se sentían tan honrados por su petición que incluso se propuso, que debido a su estado, podrían dispensarle de la ceremonia de iniciación. Cuando le preguntaron por qué nunca antes se había interesado por entrar en Masonería, contestó: “Habría ya tiempo que hubiese sido de los vuestros si hubiera sabido de la existencia de las Logias mixtas, pero pensaba que para poder entrar en Masonería hacía falta ser un hombre". En cualquier caso, Louise Michel pasó más a la posteridad por su activismo por la revolución social tal y como ella misma dice. Su libro “La miseria” anuncia la crisis social de los suburbios. Personalidad inclasificable, brillante y siempre contemporánea, reconocida por sus cualidades de diálogo, de democracia de desarrollo y de paz, somos sus herederos, es su lucha la que perseguimos. Si el mundo ha cambiado, necesitamos seguir luchando, con al menos tanto tesón para imponer una vida más justa para que aquellos que trabajan puedan decidir su futuro. En este sentido Louise Michel pertenece a nuestra historia y se merece nuestra admiración.

Concluiré estos cinco minutos de charla, con dos citas de Louise Michel:

“cada uno busca su camino, y nosotros buscamos el nuestro. Pensamos que el día en el que el reino de la libertad y de la igualdad llegue, el género humano será feliz”.

“Soy una ambiciosa para con la humanidad, yo quisiera que todo el mundo fuese artista, suficientemente poeta como para que la vanidad humana desapareciese”.

He dicho

jueves, 26 de enero de 2012

Vigencia de la Masonería

Con cierta frecuencia quienes trabajamos en el interior de los talleres masónicos nos preguntamos si esta parte importante de nuestras vidas tiene algún atractivo en la sociedad del siglo XXI y como no podría ser de otra manera la respuesta es afirmativa. Se podría pensar que, evidentemente, no podríamos respondernos de otro modo ya que de no ser así la pregunta más obvia sería ¿qué hacéis, entonces, vosotros. aquí?. Trataré de exponer brevemente las razones que nos llevan a seguir en estos lugares de reflexión, de búsqueda de la verdad, de práctica de la tolerancia, de trabajo inmersos en una espiritualidad humanista que va más allá de cualquer apelación a cualquier tipo de divinidad. Creemos en el Ser Humano con independencia de que algunas y algunos de entre nosotros, además, crean en algún tipo de ente o concepto superior.

Laicos sin que esto llegue a convertirse en el único "leit motiv" de nuestro trabajo, preocupados por los asuntos sociales en cuanto humanistas, inmersos en la sociedad de nuestro tiempo pero disconformes con muchos de los planteamientos que se toman como normales: consumismo, individualismo egocéntrico, insolidaridad... 
Somos, por encima de todo, miembros de uan sociedad iniciática con las peculiariedades que esto conlleva, quizás la primera es que no somos un club de debate, una tertulia o un partido político, tampoco una ONG. No somos nada de eso precisamente por nuestro carácter iniciático, peculiariedad que nos lleva a trabajar con una herramienta como el ritual que nos permite astraernos del ruido de la calle para poder concentrarnos en los que nos importa y nos mueve la búsqueda de la verdad y el conocimiento, dos cosas que tenemos tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, dentro de nosotros mismos si somos capaces de realizar el más complicado viaje que imaginar podamos, el que nos lleva al conocimiento de nosotros mismos, nuestros defectos y nuestras virtudes, con el fin de eliminar aquellos y acrecentar estas.

Nuestro trabajo, eso que se conoce como desbastar la piedra bruta, es algo personal, realizado de manera íntima y que se convierte en obra colectiva en el momento en el que, reunidos en el interior de nuestros talleres, cada uno de nosotros va aportando su piedra a la construcción común.
Vivimos en un  mundo de símbolos porque nuestro método de trabajo se basa precisamente en su estudio y adecuación al tiempo que a cada cual le toca vivir, nuestros rituales no son antiguallas del siglo XVIII, ni dogmas inamovible sino que se trata de herramientas que adaptan a lo que cada sociedad va exigiendo en el momento histórico en el que le toca desarrollarse. Herramientas progresivas que nos permiten avanzar en ese difícil camino en el que cada uno viaje hacia el encuentro del yo. Solos pero al mismo tiempo en la compañía del resto de Hermanas y Hermanos de esta universal fraternidad.
No se si todo lo anterior serán razones suficientes para justificar nuestra pertenencia a una sociedad que lleva camino de los trescientos años de vida y que a lo largo de su historia ha dado a la humanidad un buen número de lo que nosotros consideramos "benefactores de la sociedad", personas que han dejado su impronta en nuestra historia por las más varipintas razones pero a las que unía un hecho fundamental, la consecución de una sociedad más libre justa y fraterna. Algo de lo que por desgracia nos encontramos aún lo suficientemente alejados como para que quienes nos acomodamos en las columnas de nuestros talleres pensemos que la obra debe ser continuada

martes, 24 de enero de 2012

Presentación en Las Palmas de Gran Canaria

La Fundación Maria Deraismes tiene el gusto de invitarle a la presentación del libro:


EVA EN LA HUMANIDAD 
de Maria Deraismes 

Una seríe de artículos, recopilados por ella misma, de esta librepensadora, feminista y masona francesa del siglo XIX 



Intervienen:
Cristina Molina Petit, filósofa feminista canaria 
Matilde Fernandez Sanz, ex Ministra y ex Senadora del PSOE, diputada en la Asamblea de Madrid. 

Presenta:
Gonzalo Tapia, presidente de la FMD 


En el Club Prensa Canaria – Club La Provincia, 
Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 26 de enero a las 20:00


viernes, 20 de enero de 2012

El templo


El templo es un lugar delimitado, un lugar sagrado porque un grupo de seres humanos han cerrado un espacio para realizar en él sus ceremonias y cultos. Pero, ¿nos encontramos nosotros los aprendices en un templo?  Sí y no, al espacio al que venimos lo llamamos templo pero no es para nosotros un lugar de culto, es un espacio de construcción, un edificio inacabado. El Templo no está finalizado, el techo está sin coronar, los trabajadores siguen puliendo su piedra, ajustándola y realizando planes y planos para finalizar la Gran Obra. Fuera está la cantera donde trabajamos como aprendices la piedra bruta y aquí dentro, entre estos muros y bajo este cielo, los compañeros y maestros ajustamos las piedras, construimos tabiques y cerramos bóvedas.  No nos engañemos, estamos en una obra, no en un lugar de culto.

¿Veremos alguna vez el templo acabado? Me parece que no. Tal vez los que crean en la venida del Mesias,  en el juicio final en el valle de Josafat, puedan creer que esta obra verá su fin. Los que, como yo, ven en la historia y el tiempo una espiral, trabajamos en la obra, el Progreso de la Humanidad, con anteojeras, sin ver el fin y sin desearlo, como los masones medievales, cuyas  catedrales eran obras de varias generaciones, heredamos un templo que no veremos terminar.

Os puedo decir sin desvelar un gran secreto que el Templo tiene muchos recovecos. El templo es algo grande, vasto, lleno de huecos, salas y cámara. En este juego de variadas representaciones, el templo puede ser la logia, el individuo, el espacio, las imágenes se mezclan y las representaciones se sobreponen. Nos encontramos en el templo pero estamos trabajando en un espacio particular que, si bien fundamental, es la sala más humilde. Estamos en la logia, la sala de los masones, donde nos refugiamos para estudiar, conocer y descubrir nuestro oficio. Es parte del templo pero no el Templo. Como sabéis la logia era una pequeña cabaña que se encontraba dentro o junto a la construcción principal. En ella se reunían los constructores, se guardaban los planos y se marcaban las acciones del día. Si el templo tiene como techo la bóveda estrellada, esta pequeña cabaña está a cubierto y la guarda el  maestro a cargo de cubrir los trabajos.

A diferencia del espacio del templo el de la logia está limitado por una cuerda con nudos. Esta cuerda, que en inglés se llama cable-tow es la herramienta de medida que usa el maestro, su instrumento para delimitar y marcar en la obra. Los nudos son utilizados para fijar giros e inflexiones, también para marcar hasta donde ha de llegar una construcción. Simbólicamente representan los nudos de fraternidad, tanto de lealtad como de límite. En la masonería inglesa esta cuerda tiene varios significados simbólicos dicen que  “la distancia del cabletow de un maestro es igual a su influencia”, entendiendo que su influencia es igual al numero de hermanos y hermanas que puede recoger. Puede representar, por otro lado, la vida de un maestro y metafóricamente llegar al final de cable-tow significa llegar al fin de la vida.

En el juego simbólico de la masonería la logia, el espacio que nos reúne, va cambiando según se pasa de grado, en cada uno de ellos la construcción se ve de distinta manera. Ahora, en el grado de aprendiz, entramos en el templo y descubrimos que estamos en una cabaña. Como neófitos solo conocemos la cantera exterior y esta casa, humilde morada donde recogidos por nuestro venerable maestro, protegidos por nuestro guarda templo aprendemos de los oficiales encargados de aportar luz a nuestros trabajos

X.

martes, 17 de enero de 2012

a.m.d.g.

Quisiera, antes de nada, pedir perdón por tomar como título de este artículo el de la novela homónima de D. Ramón Pérez de Ayala. Nada tiene que ver con aquella, ni tan siquiera con la orden eclesial que la mantiene como divisa, la Compañía de Jesús, sino más bien con quienes parecen tener más interés en llevar el incensario delante de ellos que aplicarse en la, casi siempre dura, tarea de expandir la luz de la masonería. Vamos, el tan traído y llevado problema de "los metales" que algunos parecen circunscribirlo al ámbito socio-económico, aunque el peligro se encuentre en muchas ocasiones más próximo a nuestros gratuitos y genéticamente incorporados egos y tampoco sea despreciable el intento quienes tratan de usar nuestra augusta orden como medio para medrar socialmente.

Así,  podemos ver como proyectos que nacen con la ilusionante fuerza de la independencia de criterio acaban siendo fagocitados por intereses de camarilla cuando no estrictamente personales. Asistimos espantados al autobombo innecesario de quienes desarrollando una meritoria labor no son capaces de sustraerse a publicar, "urbi et orbe", los logros conseguidos cuantitativamente pero de los que desconocemos la calidad. Miramos con estupor a aquellos que, sin el menor pudor, atesoran collares antes despreciados y ahora venerados por la simple razón de que entienden que suponen un peldaño más en sus denonados intentos por ascender a las más altas cotas de la orden, de su orden, perdido ya hace mucho tiempo cualquier impronta iniciática en sus actos.

¿Son masones? Pues parece ser que sí por dos razones, están iniciados y "así les reconocen sus hermanos", algunos de ellos al menos. A mi más bien me parece que se trata de personas que están en masonería de la misma manera que podrían estar en un club, un partido político o una congregación religiosa. En todos los casos se comportarían de la misma manera y siempre con el mismo fin en mente, medrar, que no es lo mismo que crecer.

Entristece pensar que este tipo de personas no sean rara avis en esta augusta y anciana orden, tampoco es que abunden en demasía, pero es bien cierto que la presencia de sólo unos pocos es suficiente para tratar de buscar el medio de que el propio cuerpo social sea capaz de expulsar por si mismo a este tipo de indivíduos de su seno.

"Ad Maiorem Dei Gloriam" porque, ateos, agnósticos o creyentes, dios son ellos mismos, su vanidad, su ego, su inmenso ego .




sábado, 14 de enero de 2012

EL Mundo Real

El Mundo real es una excusa para seguir trabajando.

Muchas veces nos sentimos frustrados porque queremos situarnos en el mundo ideal de cómo queremos que sean las cosas, ideas, sueños, imposiciones sociales o de la educación recibida,como si fueran una meta en la que debemos estar.
 Pero lo ideal no es un lugar, es una luz, una fuente de atracción que marca el camino de nuestras vidas, el cauce que seguirán nuestros pasos.

En el mundo real es donde los masones vivimos. Vivimos, con todo lo que ello conlleva. Y es en el mundo real donde nuestros trabajos y nuestras obras tienen sentido.

Fraternidad, Libertad, Igualdad. Son ideales, solo ideas, pero la forma como vivimos nuestras vidas las hacen entidades reales, llenas de significado. Es hoy, aqui y ahora el momento y el lugar en el que viven los masones. Es el mundo en el que cada día aparece el sol el que debemos trabajar, porque es en este mundo en el que mujeres y hombres, niños y mayores pueden ser felices o padecer.

 Un masón tiene el deber de trabajar para que la Luz que ilumina el trabajo interior ilumine la vida de todos los seres humanos.

Y no podemos esperar a una promesa futura, se sufre hoy, y se puede ser feliz hoy.

viernes, 13 de enero de 2012

Demetrio.

Demetrio Fernández

A un anglicano nunca le preguntaré sobre la inmaculada concepción, a un arriano sobre la divinidad de cristo, ni a un musulmán por la transubstanciación, ni a un mayordomo del Vaticano por la infabilidad del Papa. A ninguno de ellos les pediré su opinión sobre estos temas, ni creo que ellos quieran darmela por prudencia y respeto. ¿Por qué este señor me habla y aconseja de sexo si ni sabe lo que es y se supone que no lo conoce?

Dice el bate: "La castidad es la virtud que educa la sexualidad haciéndola humana y sacándola de su más brutal animalidad". Animalidad es abusar de niños, animalidad es pervertir por la represión algo que puede ser comunicación, ternura, encuentro y amor.

Hace poco Joan Frencesc Pont, presidente de la Fundación Ferrer i Guardia, nos recordaba un comentarío del Obispo de Cordoba:

...En particular, más allá del tono general del discurso, para Monseñor Martínez, "matar a un niño indefenso, y que lo haga su madre" da a los varones "licencia absoluta, sin límites" de "abusar del cuerpo de la mujer", porque "la tragedia se la traga ella, y se la traga como si fuera un derecho: el derecho a vivir toda la vida apesadumbrada por un crimen que siempre deja huellas en la conciencia y para el que ni los médicos ni los psiquiatras ni todas las técnicas conocen el remedio".
 ¿Licencia para abusar? ¿En serio monseñor Martínez ha proclamado una licencia para abusar, una licencia, además, sin límites? Monseñor Martínez, con sus juegos de palabras, ha vulnerado el ordenamiento jurídico al incitar al delito, al delito machista del abuso (es decir del acto atentatorio contra la libertad sexual) del cuerpo de la mujer, mientras subsista la legislación que permite la interrupción voluntaria del embarazo.

Monseñor Martínez: no. Tajantemente, no.

Una verguenza, señor Fernández, una crueldad y, lo que es peor, una muestra de ignorancia y fanatismo. Deje a los humanos vivir su esencia y diferencia y usted encarguese de los ángeles, los dogmas, sus palacios episcopales y a recaudar subvenciones del Estado sin trabajar ni para él ni para nadie, solo para su dios.



martes, 10 de enero de 2012

"Calibán y la bruja"



Un libro recomendable en la profundización y descubrimiento de lo mixto, del reencuentro del ser humano. Más allá de ser una asociación de mujeres y hombre o grupos de hombres que admiten mujeres, las logias mixtas han de ser espacios de emancipación humana para lograr la armonía y la igualdad. 
Ygelia. 



"Calibán y la bruja". Mujeres, cuerpo y acumulación originaria" 
de Silvia Federici

De la emancipación de la servidumbre a las herejías subversivas, un hilo rojo recorre la historia de la transición del feudalismo al capitalismo. Todavía hoy expurgado de la gran mayoría de los manuales de historia, la imposición de los poderes del Estado y el nacimiento de esa formación social que acabaría por tomar el nombre de capitalismo no se produjeron sin el recurso a la violencia extrema. La acumulación originaria exigió la derrota de los movimientos urbanos y campesinos, que normalmente bajo la forma de herejía religiosa reivindicaron y pusieron en práctica diversos experimentos de vida comunal y reparto de riqueza. Su aniquilación abrió el camino a la formación del Estado moderno, la expropiación y cercado de las tierras comunes, la conquista y el expolio de América, la apertura del comercio de esclavos a gran escala y una guerra contra las formas de vida y las culturas populares que tomó a las mujeres como su principal objetivo. Al analizar la quema de brujas, Federici no sólo desentraña uno de los episodios más inefables de la historia moderna, sino el corazón de una poderosa dinámica de expropiación social dirigida sobre el cuerpo, los saberes y la reproducción de las mujeres. Esta obra es también el registro de unas voces imprevistas (las de los subalternos: Calibán y la bruja) que todavía hoy resuenan con fuerza en las luchas que resisten a la continua actualización de la violencia originaria.


 
Es profesora en la Hofstra University de Nueva York. Militante feminista desde 1960, fue una de las principales animadoras de los debates internacionales sobre la condición y la remuneración del trabajo doméstico. Durante la década de 1980 trabajó varios años como profesora en Nigeria, donde fue testigo de la nueva oleada de ataques contra los bienes comunes. Ambas trayectorias confluyen en esta obra.

sábado, 7 de enero de 2012

Tolerar no es permitir

No es la primera vez, seguramente tampoco la última, que me toca participar en una discusión acerca del concepto, tan querido para quienes estamos en francmasonería, de tolerancia. Suele producirse normalmente entre quienes acaban de entrar en la Sociedad con alguno de los que llevamos ya algún tiempo tratando de pulir nuestra piedra bruta, lo que no quiere decir más que una de las cuestiones que primera debe olvidar el iniciado son aquellas que se refieren a los sobreentendidos o una cierta displicencia o mal disimulado sentido de la superioridad.

Arguyen quienes no entienden el concepto masónico de la tolerancia que se trata de una cuestión que indica soberbia o cuando menos la creencia de encontrarse en una posición éticamente superior de quien dice tolerar. La verdad es que el diccionario de la RAE es meridianmente claro aunque la luz, como casi siempre, se encuentre al final de las entradas referidas a este término: "Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias".

No es que yo, tú o ella/el toleremos nada a nadie, simplemente es que respetamos su manera de entender la vida aún cuando no estemos de acuerdo con sus planteamientos. Todo ello, evidentemente, partiendo de la base de que existen líneas rojas que no deben ser traspasadas. Líneas rojas que suelen ser diáfanas y que únicamente desde un buenismo estúpido se ven difusas o, simplemente, se niega su existencia. Cuales son esas líneas rojas lo dejaré para más adelante pues me interesa ahora incidir en una cuestión que sí considero importante y pertinente en esta discusión, la diferencia entre tolerar y permitir.

En este punto la RAE nos muestra la luz al principio de su entrada al respecto: "Dicho de quien tiene autoridad competente: Dar su consentimiento para que otros hagan o dejen de hacer algo". es decir se permite desde la autoritas mientras que se tolera desde la fraternitas. Se tolera a quien consideramos un igual, a quien somos capaces de ponernos en su lugar. La tolerancia es fruto de la empatía ya que únicamente desde ésta seremos capaces de establecer una relación que nos lleve a sentarnos en la misma mesa con quienes podemos discrepar profundamente entendiendo su derecho a pensar de manera diferente a la nuestra.

Es importante entender la interrelación existente entre tolerancia y fraternidad ya que es la mejor manera de romper la ecuación en la que se equipara aquella con una posición de poder. 

Hablaba  un poco más arriba de las líneas rojas de la tolerancia, creo que son obvias por más que algunos se empeñen en difuminarlas hasta hacerlas desaperecer. No debemos tolerar ni una sola posición que suponga el menor menoscabo de los Derechos Humanos, no debemos hacerle la vida fácil al intolerante, no debemos permitir actitudes homófobas, no debemos dejar paso a actitudes machistas, no debemos permitir la violencia, ningún tipo de violencia pero sobre todo aquella que se ceba en los más débiles de nuestra sociedad. Tenemos la obligación de poner todo nuestro afán en la eliminación de cualquier dogmatismo, no son mejores aquellos que tenemos más cercanos de los que nos resultan más alejados, todos ellos nacen del mismo tronco y por tanto persiguen el mismo fin, el control y la dominación del ser humano. No caigamos en el buenismo, el mal existe y no puede ser tolerado ni tan siquiera pensando en una hipotética transformación.





 

miércoles, 4 de enero de 2012

La obra


He de confesar que esto de la albañilería me resulta un arte complejo, levantar una simple pared requiere de un esfuerzo inusitado, nada digamos de los cimientos, esa cosa extraña que cuando ya crees que los tienes perfectamente asentados se resquebrajan porque algunas de las piedras que los formaban se vienen abajo aunque hubieses jurado que se encontraban perfectamente asentadas y que, además, serían capaces de sostener la obra que comenzábamos a levantar. Con gran esfuerzo los obreros reparamos el destrozo y seguimos con la construcción, vemos como comienza a elevarse y a tomar el aspecto que habíamos imaginado. Lo miramos, lo repasamaos, damos un  pequeño empujón a aquella piedra que sobresalía un poco del conjunto y te quedas satisfecho porque, al fin, ese muro parece perfectamente asentado y firme.

Decía que era este un arte difícil de entender, de repente aquella pared que habíamos creido perfectamente terminada vemos que vuelve a presentar fisuras. Parece que tendremos que estudiar el problema con calma ya que corremos el riesgo de que toda la pared se venga abajo.

La piedra en cuestión no parece presentar problemas, se encuentra perfectamente trabajada (se ve alguna imperfección pero nada que no pueda ser resuelto con un poco de paciencia, no existe una piedra perfecta) pero no encaja en el lugar que debiera a pesar del tiempo que llevamos tratando de situarla en el muro. La habíamos situado en diferentes partes de la construcción tratando de buscar el mejor emplazamiento dentro del conjunto pero no terminábamos por encontrar un lugar en el que encajase.  Estaba claro que el problema no estaba en el muro pues se matenía perfectamente derecho aunque la piedra no estuviese en su lugar, realmente sin ella parecía incluso más estable.

Finalmente nos dimos cuenta del problema, se trataba de una cuestión realmente sencilla, cada piedra debe estar en el muro adecuado y buscar ese muro es tarea de cada cual. No debemos empeñarnos en que el muro se adapte a la piedra, debe ser esta la que se adapte a aquel.

Cuando se comienza una obra se parte de unos planos determinados que buscan rematar una obra concreta, ni mejor ni peor que tantas otras construcciones, simplemente aquella que desean quienes han trazando los planos y que, en ocasiones, se van modificando con el fin de adecuar la obra al sentir mayoritario de los obreros. Es difícil, me atervo a decir que se trata de una cuestión poco menos que imposible, que nadie decida echar abajo todo lo construido para encajar una piedra que se escapa del conjunto. Para esa piedra se deberá buscar acomodo en un edificio en el que se asiente perfectamente y ayude a que el edificio se eleve con Fuerza y Belleza en honor a la Sabiduría y para el Progreso de la Humanidad.

He dicho

domingo, 1 de enero de 2012

Comienzo del año




Comienza el año y retomaremos el trabajo en el Templo y la Cantera en nuestra continua lucha por el Progreso de la Humanidad. Para fijar en nuestra mente el último fin de la masonería, que a veces olvidamos entre tanto soliloquio, quiero presentaros un texto de Miguel de Unamuno, un extracto de su ensayo titulado “El Sepulcro de Don Quijote”. Quiero recordar a esta persona, en el septuagésimo quinto año desde su muerte, fiel a sus principios hasta su fin, uno de los dos elegidos como ciudadanos honorarios de la Segunda República; laico, creyente, demócrata y republicano. Este texto metafórico, tanto de la regeneración de España como del individuo, creo que puede alimentar esa pequeña luz que nos guía e ilumina; ayudarnos en el camino emprendido, guiados por la estrella, hasta el sol triunfante.


Dice así el texto de Unamuno que pone la búsqueda del Sepulcro de Don Quijote como símbolo de la regeneración patria y humana:

[...]   Y, ¿no  será, -me dices en tus horas de desaliento cuando te vas de tí mismo-,  no será que creyendo al ponernos en marcha, caminar por campos y tierras, estemos dando vueltas en torno al mismo sitio? Entonces la estrella estará fija, quieta sobre nuestras cabezas, y el sepulcro en nosotros; y entonces la estrella caerá, pero caerá para venir a enterrarse en nuestras almas. Y nuestras almas se convertirán en luz, y fundidas todas en la estrella refulgente y sonora subirá ésta, más refulgente aún, convertida en un sol, en un sol de eterna melodía, a alumbrar el cielo de la patria redimida.
   En marcha, pues. Y ten cuenta no se te metan en el sagrado escuadrón de los cruzados bachilleres, barberos, curas, canónigos o duques disfrazados de Sanchos. No importa que te pidan ínsulas; lo que debes hacer es expulsarlos en cuanto te pidan el itinerario de la marcha, en cuanto te hablen del programa, en cuanto te pregunten al oído, maliciosamente, que les digas hacia dónde cae el sepulcro. Sigue a la estrella. Y haz como el Caballero: endereza el entuerto que se te ponga delante. Ahora lo de ahora, y aquí lo de aquí.
   ¡Poneos en marcha!  ¿Que a dónde vais? La estrella os lo dirá: ¡al sepulcro! ¿Qué vamos a hacer en el camino mientras marchamos? ¿Qué? ¡Luchar! Luchar, y ¿cómo? ¿Cómo? ¿Tropezáis con uno que miente?, gritarle a la cara: ¡mentira!, y adelante. ¿Tropezáis con uno que roba?, gritarle: ¡ladrón!, y adelante. ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritarles: ¡estúpidos!, y adelante, adelante siempre.[...]

Texto completo.