domingo, 7 de noviembre de 2010

El Masón Aprendiz: Laicismo y convivencia


Laicismo y convivencia


La Liga por el Laicismo de Cataluña hace unos cuatro años elaboró un documento con 64 reflexiones y propuestas. A pesar de no ser una novedad, por su interés, os ofrecemos la posibilidad de leerlas


El laicismo: un modelo de convivencia para la sociedad catalana

Presentación

En este documento se hacen algunas reflexiones sobre un laicismo posible, que pueden servir como propuestas de actuación política.

Creemos que ha llegado el momento de afrontar, con valentía, los retos nunca superados para consolidar la democracia. Debemos recuperar todo el tiempo que, debido a las características y los condicionamientos de nuestro proceso de transición desde la dictadura a la democracia, se ha desaprovechado en lo relativo a impulsar un marco de verdadera civilidad republicana (y quede claro que no nos estamos refiriendo a la forma política de la organización del Estado, sino a la ausencia de dominación de unos individuos sobre otros). El franquismo y, a veces, la pretendida desmemoria han impedido que nuestra sociedad pueda situarse en los parámetros mínimos de un acuerdo de convivencia apto para todas las personas y grupos, sean cuales fueren sus creencias u opciones particulares, dentro de los principios generales del respeto mutuo y la ausencia de privilegios.

El laicismo constituye una ética civil, universalista e independiente de cualquier confesión o ideología. El laicismo está pedagógicamente abierto a todas las aportaciones culturales, religiosas, filosóficas y científicas que sean capaces de desarrollar una reflexión crítica y comparada, y así resulten compatibles con las exigencias de una ciudadanía informada y responsable. El laicismo no es ni una religión más ni una opción materialista, pero tampoco debe confundirse con la mera aconfesionalidad o neutralidad de las instituciones públicas. La reducción de el laicismo a un marco político neutral de coexistencia entre religiones hace imposible el objetivo de garantizar la coexistencia armónica. Esta última requiere un activismo laico que produzca una relativización parcial del valor que cada confesión religiosa otorga a sus costumbres, reglas morales y creencias, de modo que unas confesiones dejen margen a las demás.

Éste es el verdadero sentido del derecho al espacio público, que no es un lugar vacío, de anomia, sino que debe configurarse mediante un sistema público de valores que garantice la libertad de pensamiento y el pluralismo, conciliable con los principales valores éticos y espirituales de las distintas culturas y religiones. Esta garantía sólo puede concebirse en la medida en que los diferentes valores culturales y religiosos hayan aceptado disminuir razonablemente su intensidad para no chocar violentamente con los valores de las demás opciones religiosas y filosóficas.

1 comentario:

Lapalancadelcaos dijo...

Para mi el Laicismo es un tablero de juego ordenado de tal forma que no solo quepan tod@s l@s jugadores, sino también sus distintos juegos. Si algunos de los jugadores quieren prohibir el juego de otros.... Están fuera.
El laicismo no es un objetivo masónico, es la consecuencia de aprender a convivir con el otro, es una pena que algunos se queden en el combatir al otro.