Seguramente una razón que nadie esgrimiría como causa de su llegada a la masonería es aquella que se condensa en alguna de las máximas mas profundas de la masonería: reunir lo disperso, unir los opuestos, aquello que con el paso del tiempo acabamos entendiendo como fraternidad en el más profundo significado del término.
Aunque sea una cuestión que a casi nadie nos lleve a llamar a las puertas de la Orden, con el paso del tiempo nos daremos cuenta de que es uno de los pilares fundamentales de la vida en la logia y que en un lenguaje más profano podríamos traducir por el respeto a las opiniones ajenas y dejar de lado cualquier planteamiento que nos lleve a pensar en que tal o cual actitud tenga alguna razñon de tipo personal.
La vida en una Logia, de la que las relaciones interpersonales son una parte fundamental, es una cuestión difícil y complicada, aunque no mucho más que en cualquier grupo humano. Afortunadamente contamos con más herramientas que las que el mundo profano pone en nuestras manos. La regla, la plomada, la llana, el nivel, la escuadra habrán de ser utilizadas de manera profusa, mucho más que el mallete y el cincel ya que el primer desbastado de la piedra es sencillo, las grandes imperfecciones se eliminan con los primeros golpes que propinamos en los primeros pasos del aprendizaje; el resto del camino habremos de emplearlo en modificar otras más pequeñas pero que impedirán el perfecto encaje de nuestra piedra en el edificio en cuya construcción nos afanamos todos nosotros.
Se suele hacer mucho hincapié en el uso de la plomada y la regla, algo menos en la escuadra y casi nunca se alude a la llana, esa herramienta para el trabajo de afinamiento de las paredes y con la que se eliminan las rugosidades que impiden considerar que el trabajo se encuentra realmente terminado. También nos servirá para periódicamente proceder a labores de mantenimiento y eliminar las pequeñas grietas y desconchones que el paso del tiempo genera en cualquier construcción. No olvidemos que el trabajo masónico dura toda nuestra vida ya que difícilmente llegaremos a ver la obra acabada, la consecución de sociedades más libres, justas y fraternas. La propia actualidad en la que nos movemos nos demuestra claramente con que facilidad se puede desandar el camino adelantado si no estamos vigilantes.
Además de las herramientas de uso personal la masonería pone a nuetsro alcance la argamasa con la que se van soldando firmemente unas piedras a otras, el ágape. Ese momento distendido en el que, lejos de la rigidez del ritual, debemos tratar de abrirnos al resto de las Hermanas y Hermanos y aprovechar para limar aquellas cuestiones que hayan podido nacer al calor de un debate vivo, o de la llamada de atención de un oficial. Nada debe quedar dentro de nosotros so pena de que con el paso del tiempo, y como la gota de agua lenta pero inexorable, el muro acabe siendo perforado y la construcción corra peligro de venirse abajo.
He dicho
He dicho
1 comentario:
No se cual será la razón para que esta herramienta no sea usada de manera más habitual, nuestra obra ofrecería menos imperfecciones
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