¿Es necesario que aclaremos esta cuestión? Parece evidente que sí, no será ni la primera ni la última en la que intentemos aclarar este tipo de conceptos. En los trabajos anuales que el Convento de septiembre pasado aprobó parece latir la necesidad que tenemos de aclararnos y de aclarar a la sociedad cuál es el campo de trabajo de la masonería a principios de siglo. No me parece casual que los asuntos de la ética, el laicismo y la espiritualidad o el racionalismo y el misticismo sean los titulares de los trabajos que han encomendado a las L.·. como temas de reflexión.
En el primero, en la
ética, nos preguntábamos si había que crear una nueva o aplicar la
que de siempre había animado a la Masonería; en el aspecto de la espiritualidad
y el laicismo si había confrontación o era posible una convivencia
y en éste trabajo de hoy, si estamos ante otra disyuntiva. En cualquier
caso, estamos con estos trabajos intentado presentar a la sociedad una
contribución intelectual propia y fundada en valores universales que
sirva como una más de las referencias que en estos momentos se dan
en tantos foros. Estamos queriendo recuperar el papel, al menos en España,
que como lugar de reflexión personal y trabajo social tuvo la M.·.
y tiene en el resto del mundo.
Nosotros, como Orden
Masónica, nos imponemos en el art. 2 de los Reglamentos la tarea de
trabajar “fraternalmente unidos, […] con un método ritual y
simbólico, gracias al cual” edificamos “un Templo a la perfección
y a la gloria de la humanidad.” Estaría en los Reglamentos
ya establecido que ambas formas: el camino ritual y simbólico, propio
del misticismo, y el trabajo por y para “la humanidad”, propio del
racionalismo humanista, convivan en la tarea de mejora personal y social.
No habría ningún dilema ni choque en este caso.
A la vista de lo expuesto en el párrafo anterior me pregunto cuales pueden ser las razones pàra que tengamos que explicar, una y otra vez este tipo de cuestiones.
Creo que es porque la
Masonería arrastra una historia en el imaginario popular que nos iguala
con los tarotistas, “contactados”, numerólogos, teósofos o religiones
New Age; en un batiburrillo del que en ocasiones, aunque sea inintencionadamente,
somos responsables. Y ante esta confusión tenemos que actuar, pues
bastante tenemos con cargar con la descalificación política y social
que nos hace la derecha más reaccionaria como, para además, ser tomados
por un club de personajes singulares que lo mismo tratan sobre los problemas
del desarrollo en Iberoamérica que de astrología.
El campo de la Masonería
es el campo del humanismo, y por ello de lo que nos hace humanos: la
Razón. Con lo que ella significa de análisis y comprensión de lo
que es la propia humanidad percibida: la experiencia personal, los sentimientos,
las sensaciones o el compromiso con uno mismo y con los demás. En definitiva,
con todo aquello que está tan íntimamente ligado a las emociones.
Así, el racionalismo y una forma de “misticismo humanista” estarían
en consonancia con el enfoque que la preocupación por los Derechos
Humanos o la Dignidad de la persona anima a los M.·.
El convencimiento interno
que anima a la M.·. es el que ha animado la vida de José Saramago,
o la de Albert Schwitzer, o anima en José Luís Sampedro y en tantos
otros. O en asociaciones como MSF, Cruz Roja, etc. Convicción asentada
en realidades muy prosaicas y terrenales: las que se ocupan por el día
a día de la humanidad.
Es esa preocupación
la que se engarza en la trascendencia de lo aparentemente inmaterial
que es la dignidad de la persona y su plasmación en leyes y condiciones
de vida. En ese sentido el “misticismo humanista” es algo bien palpable.
Nada que ver con inmanencias ni eternidades más allá de nuestro cuerpo
y tiempo. La “dignidad” es aquí y ahora, y la preocupación por
conseguirla algo cotidiano. Su principio y su fin es la humanidad.
Nuestra “mística”
es la ética laica, la defensa del librepensamiento, la ausencia de
creencias dogmáticas, el trabajo sobre uno mismo y el compromiso con
la mejora material y moral de la Humanidad. Algo a lo que invocamos
al inicio de nuestros trabajos y encabeza nuestras planchas.
Es en este sentido en
que entiendo que el racionalismo y esta forma “mística” se dan
la mano y son sólo enfoques de una misma realidad: el trabajo masónico
en la L.·. y su traslación a la vida personal y social.
De ese modo la presencia de la M.·. en la sociedad puede ofrecer una doble visión de su campo: la que lleva al perfeccionamiento propio por el intercambio de ideas libremente expuestas y libremente debatidas, y el que ofrece como conjunto de personas preocupadas por su mejora personal y la del mundo que las rodea.
Ricardo
1 comentario:
Q.·. H.·. Ricardo, si ves posible una "mística" laica ¿cómo es posible que no entiendas que exista una espiritualidad laica que nada tiene que ver con la "new age" ni con transposiciones extrañas de las filosofías orientales a la peculiar manera de entenderlas en Occidente?
La mística laica y la espiritualidad, también, laica se basan en el mismo principio, el humanismo.
Muy fraternalmente
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