Por estos lares de la Masonería, continuamente estamos haciendo referencias a lo profano y lo sagrado, y cuando medito sobre lo que oigo lo primero que se me bien a la cabeza, por asociación de ideas, es la contraposición entre lo religioso y lo laico, porque, en general, cuando se nos propone una reflexión no se nos pide una opinión contraponiendo dos términos, lo primero que se nos ocurre, generalmente, es buscar entre ellos las oposiciones, los enfrentamientos o las disimilitudes, las desemejanzas, las oposiciones.
Y pensando como un laico ortodoxo, casi ultraortodoxo, cuando hablamos de sagrado y profano parece que se nos propone una reflexión entre lo divino y lo humano; entre la fe y la razón y el trabajo se plantea muy difícil, si queremos entrar en filosofías profundas, o muy fácil si tan solo queremos echar mano de la definición de nuestra obediencia y del título del trabajo desarrollado por la misma a lo largo del año pasado: liberalidad y laicidad.
Pero la referencia a las discusiones que al respecto ha habido en mi taller, me incitan a encontrar otro camino de reflexión distinto a la contraposición entre lo religioso y lo laico, porque no he entendido que en los debates que se han suscitado al respecto estuviéramos usando las acepciones que las palabras sagrado y profano tienen en ese sentido; ni sería lógico que en una Obediencia que nos titulamos liberal y desde la que propugnamos la laicidad, estuviésemos definiéndonos como opositores a aquellos que tienen creencias religiosas o fían en lo sagrado.
Cuando hablo con mi compañera sobre la masonería, con frecuencia hace referencia a por qué a los no masones y al mundo no masónico los llamamos profanos, al entender que ese término es vejatorio; ocasión que yo aprovecho para decirle que no es ningún insulto decir de alguien o reconocerse por alguien como profano en algún tema, ya que la palabra profano tan solo hace referencia al que carece de conocimientos o autoridad en una materia. ¡Eureka!
Aquí está la reflexión que más tranquilo me deja cuando pienso en sagrado y profano: No se puede contraponer sagrado a profano en masonería por que, mientras que sagrado es aquello que es digno de veneración o respeto: nuestra historia, los hermanos y hermanas, libertad, igualdad, fraternidad, …, profano es carente de conocimiento.
Tan solo si admitimos que estamos usando el término sagrado como calificativo de lo digno de veneración por su carácter divino, relacionado con fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas, hallaríamos contraposición en profano en tanto que adjetiva a lo no sagrado sino puramente secular, libertino o inmodesto.
En masonería podemos hablar de profano en contraposición a iniciado pero en ningún caso, salvo que convirtiéramos nuestra obediencia en una opción teísta, en contraposición a sagrado.
He dicho
José Ángel de la Fuente Lozano
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