El templo es un lugar delimitado, un lugar sagrado porque un grupo de seres humanos han cerrado un espacio para realizar en él sus ceremonias y cultos. Pero, ¿nos encontramos nosotros los aprendices en un templo? Sí y no, al espacio al que venimos lo llamamos templo pero no es para nosotros un lugar de culto, es un espacio de construcción, un edificio inacabado. El Templo no está finalizado, el techo está sin coronar, los trabajadores siguen puliendo su piedra, ajustándola y realizando planes y planos para finalizar la Gran Obra. Fuera está la cantera donde trabajamos como aprendices la piedra bruta y aquí dentro, entre estos muros y bajo este cielo, los compañeros y maestros ajustamos las piedras, construimos tabiques y cerramos bóvedas. No nos engañemos, estamos en una obra, no en un lugar de culto.
¿Veremos alguna vez el templo acabado? Me parece que no. Tal vez los que crean en la venida del Mesias, en el juicio final en el valle de Josafat, puedan creer que esta obra verá su fin. Los que, como yo, ven en la historia y el tiempo una espiral, trabajamos en la obra, el Progreso de la Humanidad, con anteojeras, sin ver el fin y sin desearlo, como los masones medievales, cuyas catedrales eran obras de varias generaciones, heredamos un templo que no veremos terminar.
Os puedo decir sin desvelar un gran secreto que el Templo tiene muchos recovecos. El templo es algo grande, vasto, lleno de huecos, salas y cámara. En este juego de variadas representaciones, el templo puede ser la logia, el individuo, el espacio, las imágenes se mezclan y las representaciones se sobreponen. Nos encontramos en el templo pero estamos trabajando en un espacio particular que, si bien fundamental, es la sala más humilde. Estamos en la logia, la sala de los masones, donde nos refugiamos para estudiar, conocer y descubrir nuestro oficio. Es parte del templo pero no el Templo. Como sabéis la logia era una pequeña cabaña que se encontraba dentro o junto a la construcción principal. En ella se reunían los constructores, se guardaban los planos y se marcaban las acciones del día. Si el templo tiene como techo la bóveda estrellada, esta pequeña cabaña está a cubierto y la guarda el maestro a cargo de cubrir los trabajos.
A diferencia del espacio del templo el de la logia está limitado por una cuerda con nudos. Esta cuerda, que en inglés se llama cable-tow es la herramienta de medida que usa el maestro, su instrumento para delimitar y marcar en la obra. Los nudos son utilizados para fijar giros e inflexiones, también para marcar hasta donde ha de llegar una construcción. Simbólicamente representan los nudos de fraternidad, tanto de lealtad como de límite. En la masonería inglesa esta cuerda tiene varios significados simbólicos dicen que “la distancia del cabletow de un maestro es igual a su influencia”, entendiendo que su influencia es igual al numero de hermanos y hermanas que puede recoger. Puede representar, por otro lado, la vida de un maestro y metafóricamente llegar al final de cable-tow significa llegar al fin de la vida.
En el juego simbólico de la masonería la logia, el espacio que nos reúne, va cambiando según se pasa de grado, en cada uno de ellos la construcción se ve de distinta manera. Ahora, en el grado de aprendiz, entramos en el templo y descubrimos que estamos en una cabaña. Como neófitos solo conocemos la cantera exterior y esta casa, humilde morada donde recogidos por nuestro venerable maestro, protegidos por nuestro guarda templo aprendemos de los oficiales encargados de aportar luz a nuestros trabajos
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