Este trabajo versa sobre el número tres, número reverenciado desde la antigüedad, aquél del cual Virgilio decía que era el número perfecto. Las filosofías, las religiones, la propia vida humana, la matemática y la física moderna hacen continua alusión al ternario. En las teorías alquímicas se contempla la existencia de tres mundos: El arquetípico, el macrocosmos y el microcosmos. Las teogonías más elaboradas consideran también la existencia de un ternario original, constituido por un principio superior, o ser puro (Isvahara en la India, Tai -Ki en Extremo Oriente..), y la primera dualidad surgida de él (Purusa, Tien, el Cielo, y Prakriti, Ti, la Tierra). El Neoplatonismo ve en la Tríada la unión del Ser, la inteligencia y el Alma de las cosas. En el Yoga se habla de los tres gunas o aspectos (Triguna) que caracterizan a toda substancia de la creación: Tamas o inercia, Rajas o actividad y Satva o pureza del Ser.
La alegoría del tres la encontramos también en las numerosas trimurtis( la palabra trimurti significa triple forma y alude a los tres aspectos de la misma energía) que aparecen en todas las teogonías: Isis, Osiris, Horus; Brahatma, Vishnú, y Shiva; Tao , Ying y Yang; Caos, Gea y Eros, Kheter, Johmah y Binah... Estas trimurtis representan las tres fuerzas primarias de la creación, y constituyen la Tesis, padre o principio masculino, para algunos el Espíritu o conciencia Absoluta, para otros el Aspecto Voluntad o Poder de todo lo existente; la Antítesis, madre o principio femenino, la Actividad Creadora Inteligente, la Substancia Universal, y la Síntesis generada por ambos, el Hijo o principio neutro, el Amor- Sabiduría, la Autoconsciencia o conciencia individual. Estas trimurtis representan siempre las mimas tres fuerzas primarias en todas las culturas, manifestando así la universalidad de estos conocimientos simbólicos. Y lo mismo que en las teogonías antiguas, podríamos aplicar a todos los fenómenos, incluso podemos hablar de la trimurti electrónica: electrón, neutrón, positrón.
Si seguimos profundizando en el concepto, lo encontramos en la medida: longitud, latitud y profundidad; en el universo: espacio, materia y movimiento; en el tiempo: pasado, presente y futuro; en la geometría: punto, línea y superficie, triángulo, cuadrado y círculo; en los reinos de la naturaleza: animal, vegetal y mineral; y por supuesto en la masonería.
Tres son las divisas masónicas: Igualdad, Libertad y Fraternidad; tres los grados; aprendiz, compañero y maestro; tres las baterías; tres la edad del aprendiz; tres son las luces mayores que encontramos en la logia: el libro, la escuadra y el compás; tres luces iluminan nuestros trabajos: el sol, la luna y la venerable; tres los pilares; sabiduría, fuerza y belleza; tres velas anteceden la libro; tres son los viajes de la iniciación, y tres veces golpeamos la puerta del templo. Así mismo el iniciado recibe la luz al tercer golpe de mallete del /la Venerable.
Tres son las preguntas claves del hombre: ¿Quien soy? ¿De dónde vengo? Y ¿adonde voy?
Tres cosas ha de dominar un aprendiz masón: la palabra, los pensamientos y los instintos.
Como ya he dicho, la Logia descansa sobre tres columnas: la Sabiduría, representada por el/la Venerable Maestro/a, que ha de dirigir nuestras acciones; la Fuerza, representada por el primer Vigilante, que nos sustenta en los momentos difíciles, y la Belleza, representada por el segundo Vigilante, que ha de adornar nuestra vida y nuestra Espíritu.
Tres lados tiene el Delta que preside el Oriente, figura que representa tres principios universales, uno que crea, otro que conserva y otro que transforma.
El número tres representa la transformación, la mutación, la aparición de un nuevo estado. Desde una perspectiva simbólica es la generación de algo nuevo que se construye a partir del trabajo realizado con nuestras herramientas, después de pulir la piedra bruta. Representa pues un nuevo aspecto producto de la gestación de una nueva realidad que incorpora un trabajo en todos los ámbitos de la vida del masón, tanto en la interna a nivel personal, espiritual, filosófico y ético, como en su proyección externa, en lo social, lo político y económico.
El tres es por tanto un constructor simbólico que produce transformación, germinación y nacimiento de un nuevo ser, el que constituye nuestro auténtico Yo, lejos de los espejismos de las apariencias externas. Es por tanto un pilar en la enseñanza del aprendiz, y le está señalando que debe trabajar la piedra para transformase poco a poco en luz, una luz que no debe guardar solo para sí, sino que ha de irradiar hacia todos los seres del planeta, a fin de promover acciones positivas en su entorno y colaborar al establecimiento de Rectas relaciones humanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario