viernes, 21 de mayo de 2010

La escalada iniciática.

Una buena escalera iniciática es la que no sube a ningún sitio, al contrario baja al centro.

Encontramos masones que creen que el paso de grado en las logias de perfección, capítulos o areópagos son  méritos o diplomas que han de ir conquistando. Como si la evolución por la escalera iniciática fuera una ascensión a un estado de  gloria, como si llegar al 33 fuera el objetivo último, allí donde  se impegna uno de Sabiduria y consigue para siempre el respeto de los demás,  vamos, algo así como llegar a catedrático. foto Nao Yuki

Tal vez la confusión se deba a que los grados de perfeccionamiento o capitulares se les ha llamado “Altos” o “Superiores”, dando la sensación de que se encuentran más elevados, distantes en esferas etéreas y celestiales de los  simples y llanos obreros masones. Si a estos "altos grados" le sumamos que, muchas veces, cuando hablamos del sistema iniciático escocés lo llamamos “escalera iniciática” no es de sorprender que, en la imaginación de los hermanos y hermanas, se figure la vía escocesa como una ginkana, una carrera por etapas, un reto de "escalada" a los 14 ochomiles o una obligada ascensión en la pirámide trófica, donde abajo están las bacterias y arriba, bajo la  égida del GADU, un Gran Inspector General.

En este grabado americano sobre el Rito Escocés y el de York vemos la suma de dos errores  que por graves no dejan de ser comunes: la idea de que la escalera es una ascensión y  comparar la vía escocesa con la del rito yorkino, dando a entender que las dos vías son lo mismo pero con difrente graduación. Existen similitudes entre ambos ritos pero no un sistema de convalidación. Hay que dejar claro que cada vía iniciática es propia, con  enseñanzas comunes, por supuesto,  pero, cada una, con su mensaje diferenciado. Una cosa es la vía escocesa, otra la llamada moderna o francesa, otra la yorkina  y otra distinta la de los grados colaterales ingleses. Que se llamen  de forma parecida, que compartan leyendas, no supone que sean el mismo camino.

Y es que hay mucha confusión y toda confusión genera, a la larga, mayores errores. Si entendemos mal la metáfora de "escalera iniciática", si pensamos que  una escalera solo sirve para subir, la ilusión nos impedirá ver la realidad. ¿Por qué para subir? ¿No se usan las escaleras también para bajar? Asumamos que bajamos en vez de subir, esto da al traste con la idea de que cuantos más grados más se conoce, más destaca uno y nos pone en el interesante planteamiento de que cuanto más se baja, más se sabe. Sí, se sabe más de lo intangible, lo no trasmitible, lo privado, lo propio... en resumidas cuentas: lo secreto. Entendámoslo, en esta escalera no se sube, se baja, un nuevo VITRIOL.

¿Qué marca el camino? ¿Cuales son los quitamiedos que limitan la ruta? El compromiso y el deseo de profundizar en la iniciación personal.

¿Cuál es el motor que nos llevará? La humildad y el trabajo son las dos piernas, los dos apoyos que nos van a posibilitar descubrir "el secrero", sea cual sea.

Volvamos a los clásicos para que nos den una hoja de ruta, citemos a Georges Martin, fundador de la Orden Masónica Mixta Internacional:

"Queda claro que los masones son todos iguales del primer grado al treinta y tres. A medida que un Hermano o una Hermana avanza un grado en la escala masónica, sus deberes aumentan, sus derechos se mantienen iguales."

Mantienen los mismos derechos y ganan compromiso personal, obligaciones para si mismo y entrega al mantenimiento de esa escalera que permitirá a otra hermana o hermano avanzar, digamos mejor profundizar, bajar, a través de esa escalera iniciática, que, bajando nos eleva a profundizar en la Masonería. Está claro que el que sube por ella se equivoca, no sabe que, en realidad, tiene que bajar con compromiso, trabajo y humildad.

2 comentarios:

Lapalancadelcaos dijo...

¡Y qué difícil es bajar!

Mauricio dijo...

Muy bueno, como siempre. Exquisita reflexión.
Lo sencillo nos pasa desapercibido.