martes, 8 de noviembre de 2011

La masonería en pocas palabras


Adaptación de un texto de la Ha.·. Thérèse Willekens

Querida amiga, querido amigo, me preguntabas que es la masonería y trataré de responderte de una manera clara y concisa. Tiempo habrá para ir tocando algunos otros aspectos de esta vetusta, aunque no por ello caduca, fraternidad, basada en antiguos instrumentos de albañilería, y su vigencia en el siglo de la hipertecnología.

La Francmasonería es, en la actualidad, un grupo de hombres o de mujeres o de ambos unidos, que se consideran libres y tratan sin desmayo de conseguir el crecimiento de lo mejor que hay dentro de sí. Utilizan para ello el método del simbolismo,  el uso de analogías y la relación de ideas.

El fundamento básico de todo el sistema se encuentra en el perfeccionamiento individual, este crecimiento personal se traslada, sin la menor duda, al mundo exterior que recibe los beneficios derivados de dicho trabajo.

Se trata, al igual que en sus inicios, de una sociedad, fundamentalmente y sobre todo, iniciática, por tanto cerrada, y en la que las relaciones entre sus miembros se rigen por el principio de la fraternidad.
 
La incorporación a ella se produce bien por invitación, bien de una manera espontánea.

El sistema de acceso lleva implícito el examen escrupuloso de las cualidades de los candidatos.

El carácter cerrado del que hablo, consustancial a cualquier sociedad iniciática, es lo que ha llevado a algunos a convertirlo en el archifamoso "secreto masónico" que, realmente, no va más allá de ocultar los nombres de sus miembros y los asuntos debatidos en el seno de las Logias. Existen, al menos en Europa y más aún en España, múltiples razones para explicar este secreto o discrección. La más simple es la que se refiere a las numerosas reacciones que se producen en el mundo exterior, que pueden llegar hasta la molestia administrativa -casi podríamos hablar de métodos inquisitoriales-, como la pretensión del Partido Laborista inglés de que todos los masones y masonas que fuesen miembros de las instituciones europeas comunicasen tal circunstancia a las autoridades competentes. Sorprendente y extraña postura  si tenemos en cuenta que a nadie se le pregunta por sus creencias religiosas, inclinaciones sexuales o, permítaseme la broma, sus preferencias deportivas. 

Lo anteriormente señalado no sería lo más grave, no pasa de alguna pequeña molestia, ya que otras actitudes han llevado a poner la vida de sus miembros en peligro. La historia de la franc-masonería se encuentra jalonada de ellas: asesinato de Franc-masones por el régimen franquista, pero también por el estalinismo, deportación de Hermanos y Hermanas a campos de exterminio e incluso en la actualidad la pérdida de su puesto de trabajo una vez conocida su condición. No deja de resultar curioso como, por el contrario, en el continente americano  la pertenencia a la institución se lleva como un blasón que se incluye en los currículum vítae. Pienso que es uno de los beneficios al tratarse de naciones jóvenes y que en su mayor parte nacieron, precisamente, del empeño de antiguos masones para los que la Libertad era un bien altamente preciado.

La otra razón de este secreto, y aquí ya no me refiero a nada que tenga relación con la identidad de sus miembros, es la imposibilidad de comunicar, de traducir en palabras, aquello que es, sobre todo, una relación de orden afectivo.

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