viernes, 28 de octubre de 2011

Los orígenes de la Geometría


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M. Serres,
Les origines de la géometrie. 
Flammarion, París, 1993. 

La medida y la razón que logra demostrarla unen sin oponer, nos reúnen sin jerarquizar, enseñan que, ni solitarios ni en grupo, los seres humanos no son la medida de todas las cosas. La métrica de una tierra nueva, distinta de todos los lugares hasta ahora consignados y nombrados, se impone objetivamente a esta antigua referencia, exclusivamente humana, en la cual reina la regla relativa y contradictoria. ¡Qué idealista arrogancia, en verdad, creer que nos inventamos todo, según el color de nuestra piel, las torsiones de nuestro lenguaje y las gesticulaciones de nuestras instituciones! No, henos aquí constreñidos a obedecer a algo distinto que nosotros, a una obligación que nuestras medidas no dictan, ni informan ni muestran, a una métrica demostrada, a un universo nuevo, completamente diferente a todas nuestras diferencias. ¡Qué duro golpe para todos los narcisismos colectivos y culturales! Pensar la diferencia, por el placer de medirte... eso es gozar con la guerra y la dominación perenne, ¡descuidar la geometría! Y sin embargo, he aquí que una cultura local, tan singular como cualquier otra en sus particularidades, bloqueada entre la tierra y el mar, por algunas islas y orillas de Jonia, inventa este universal, un buen día casi datable, a pesar o contra sus armas de bronce, sus dioses de piedra, su aristocrática pseudolibertad, su desprecio férreo por los esclavos y los extranjeros, las declinaciones de sus lenguas y los retorcimientos de sus olivos... he aquí un acontecimiento a su vez tan contradictorio, improbable y raro, que detiene la vida entera de un filósofo porque, allí, lo universal parece nacer, justamente, de una diferencia. Ahora bien, la geometría no puede decirse griega, egipcia, babilónica, china o hindú... no porque ella no naciera aquí o allá, en tal o cual mes, sino porque su lengua y los pensamientos que suscita no se refieren, ni por el sentido ni por el tiempo, a ninguna tierra conocida, de Oriente ni de Occidente, del norte ni del sur. Inquietante extranjería: ¿se remontará, entonces, a un origen, fuente o principio, a unos comienzos, sin arrancar de ninguna raíz ni florecer de ningún tallo? Desprendiéndose de cualquier diferencia atribuible ¿qué tierra, dicho de otro modo, mide, pues, la geometría? 

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