La cultura es una larga cuerda de ideas, de pensamientos compartidos, de historias contadas de generación en generación, de tal manera, que según corre el tiempo va reescribiendo cómo fuimos y cómo nos vemos queriendo ser reflejo de lo que creímos ser.
La historia es una larga serie de hechos conocidos e interpretados, reinterpretados y nuevamente “descubiertos”, adquiriendo una nueva luz según aparecen documentos o se ajustan piezas sueltas del gran rompecabezas que es la reinterpretación de éstas, a veces falseada, de lo que sucedió hace diez, cien o mil años.
No es infrecuente escuchar que la masonería, la que se define a sí misma como liberal o adogmática, tiene entre sus principios, aparte de los tradicionales y universales de tolerancia, respeto, librepensamiento, laicismo…, el de la mixicidad o participación de la mujer en igualdad de condiciones en la logia con el hombre. Y desde nuestro punto de vista, esto no es exacto. O no lo es tal y cómo se ha producido esa “igualdad” en la masonería moderna.
Para Georges Martin, cofundador de la Orden Masónica Mixta Internacional “Le Droit Humain” (“El Derecho Humano”), la participación de la mujer en la Masonería no es un reconocimiento de su papel, sino una necesidad inexcusable para la propia Masonería, sin la cual no hay proyecto que pueda llevar a cabo el principio de Igualdad y, en cadena, los de Fraternidad y Libertad.
La masonería no “se enriquece” porque la mujer participe en ella en igualdad de condiciones que el hombre, sino que adquiere su pleno sentido como Orden Humana al corregir el error histórico que las Constituciones de Anderson establecieron en 1717.
Es, en este sentido, que Georges Martin afirma que la francmasonería “ha estado lenta e incompleta dejando fuera a la mujer”. Y si entre ese mítico nacimiento de la Francmasonería moderna hasta hoy, ésta ha avanzado en ese aspecto, y especialmente cuando en 1893, aquél, junto con Marie Deraismes, funda la OMMI “El Derecho Humano”, lo cierto es que esa “Igualdad” sigue siendo hoy un bien escaso fuera de “El Derecho Humano”.
Y nos parece importante resaltar este hecho. Y resaltarlo como seña de identidad de una Masonería que se reconoce, por definición, mixta. Con la misma rotundidad que es laica, librepensadora o universal, porque la mixicidad es parte de su ADN. Por ser creada para desarrollar personas, no “hombres” que aceptan a “mujeres” en algunas logias sí y en otras no dentro de la misma Obediencia, sino por personas que se inician en Masonería para vivir ésta y construir su propio desarrollo y el de la Humanidad, como un todo, no como unas “parcelas” donde en ocasiones algunos hombres “consienten” a las mujeres y en otras no, o en “parcelas de género”.
No nos es fácil entender que la “Igualdad” se diese en unas logias y en otras no entre nosotros; que cada logia de “El Derecho Humano” decidiese si se aceptan mujeres o no, si se aceptan hombres o no. Sería tal contrasentido para el principio de “Igualdad” que dudamos mucho que nos pudiésemos reconocer si actuáramos así. La mixicidad de “El Derecho Humano” es ontológica, y sin ella no hay masonería en “El Derecho Humano”.
Y es bueno recordar de vez en cuando estas cosas, que pueden parecer elementales y hasta pedestres, pero a la vista de lo que se oye en algunas ocasiones a algunos HH.·. y HHnas.·. a cuenta de una cierta aplicación del principio de “Libertad”, nos parece necesario traer aquí, para que la historia no se tergiverse y la cultura de ella no se nos olvide con relatos incompletos o distorsionados, que la mixicidad es la que conforma la “Igualdad” y no lo son interpretaciones parciales, temporales o espaciales en la Masonería.
Hemos dicho.
Jano.
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