jueves, 4 de febrero de 2010

La Granada


La granada es corazón       
que late sobre el sembrado, 
un corazón desdeñoso         
donde no pican los pájaros, 
un corazón que por fuera     
es duro como el humano,    
pero da al que lo traspasa     
olor y sangre de mayo.       
 
Federico García Lorca, Canción oriental, 1920

  
La granada es el primero y uno de los raros vegetales que se ofrecen a la vista y para la reflexión del francmasón. Para los Francmasones, la granada evoca la coherencia de la Logia que, solamente los golpes repetidos venidos del exterior, pueden romper. Ensamblaje de granos, la granada simboliza la armonía perceptible en la familia masónica en la que todos sus miembros están unidos por el espíritu de la orden y de la fraternidad. La masonería debe su potencia a un gran número de sus miembros y su calidad emerge de su cantidad.

Las granadas, a la entrada de la Logia, encima de las columnas, asumen la transición entre el mundo profano y los trabajos en el interior, dejando penetrar la sensibilidad, la emoción del masón que no debe dispersarse a lo largo de la tenida y domeñando y sometiendo esta sensibilidad y emoción al examen de la razón. La presencia de las granadas, a la entrada de la logia, sobre las columnas, ¿no nos confirma la importancia que debemos dar al mundo profano? ¿No nos invita a establecer el lazo de unión entre la Logia y el Templo de la Humanidad por construir?

Inseparables de las columnas J y B, las granadas ofrecen al francmasón un bello motivo de meditación y de conocimiento. La corteza resistente de la granada, que esconde una pulpa deliciosa, ¿no simboliza a la vez la oposición entre la apariencia de los seres y su realidad profunda, el lazo que les une, y la necesidad de un trabajo sobre sí mismos para llegar a su realidad?

Resumen del texto elaborado por M.F. P. para el Boletín de la Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano - Le Droit Humain

2 comentarios:

PJ Vila dijo...

No está de más ese recordatorio a unir el trabajo en Logia y la construcción del Templo de la Humanidad. Con demasiada frecuencia nos quedamos mirándonos el ombligo, felices al calor de la fraternidad de nuestras Logias y olvidamos el mandato de nuestra Contitución Internacional: "....Respetuosos del laicismo, de todas las creencias relativas a la eternidad o a la no eternidad de la vida espiritual, sus miembros buscan, ante todo, concretar en la Tierra y para todos los humanos el máximo desarrollo moral, intelectual y espiritual, condición primera para que cada individuo pueda alcanzar la felicidad en una Humanidad fraternalmente organizada ..."
Amén

Mauricio dijo...

La unidad, en la pluralidad, diversidad y universalidad, pareciera cada vez un deseo más utópico...