lunes, 19 de octubre de 2009

A la búsqueda del Grial o como sumirse en la insatisfacción


Dentro de los círculos masónicos existen, siempre, algunos HH:. y HHas:.que parecen empeñados en la búsqueda de su Grial particular. Pertenecer a una obediencia con "caché" pero que se ajuste a su personalísimo punto de vista sobre como debe ser la masonería. Obviamente se trata de una tarea hercúlea ya que lo que se pretende es, nada más y nada menos, adaptar toda una estructura con muchos años de vida a su particular visión de la cuestión.

Para más "inri" lo que tan afanosamente buscan y no parecen encontrar, se encuentra al alcance de su mano ya que, a día de hoy y por fortuna, las posibilidades de elección son, por así decir, infinitas siempre y cuando uno sea consciente de que, en todos los casos, se encontrarán con un menú cerrado. Vamos, como el que va a una boda: canapés, sopita, carne y pescado, amplia variedad si no nos detenemos en que los canapés son los que son, la sopa tal cual, la carne la que consta en el menú y otro tanto ocurrirá con el pescado. No vale lo de póngame un solomillo en lugar del entrecot o una lubina en vez del rodaballo. El banquete es el que es y la cuestión está en saber disfrutar de lo que te presentan y sacar el máximo rendimiento a lo que va llegando a la mesa.

Siempre existe, claro está, la posibilidad de montarte tu propia merienda previo paso por el  super del barrio: embutidos del país,quesos al gusto, una ensalada de más allá, un toque de carne o, quizás, un pescado y, finalmente, un combinado de dulces variados para postre. Por supuesto el vino a gusto del consumidor. Ya tenemos nuestra merienda, buscamos a unos colegas que coincidan con nuestros gustos y nos montamos una fiesta campestre por todo lo alto. Eso sí, es posible que de vez en cuando miremos de reojo a la boda en la que no quisimos estar porque no fuimos capaces de asumir que, en muchas ocasiones, el disfrutar de la vida y la compañía de los amigos presupone que debemos renunciar a algunas de las cosas que nos gustan porque alguien ha decidido que lo mejor es un menú que pueda, más o menos, satisfacer a todos.


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