El
librepensador es aquel “que
forma sus opiniones sobre la base de la razón, independientemente de
la religión, la tradición, la autoridad y las ideas establecidas,
para ser dueño de sus propias decisiones”
(Wikipedia)
o, también,
quien se acoge al librepensamiento que es la “Doctrina
que reclama para la razón individual independencia absoluta de todo
criterio sobrenatural”
(RAE). Es decir que, por encima de cualquier otra consideración, se
trata de un individuo que rechaza cualquier opinión que no se base
en la razón.
Obviamente
no estamos ante una cuestión que ataña exclusivamente a la
masonería aunque es obvio que si algo es el masón, o la masona, es
librepensador -no alguien que piensa con libertad-, aunque esta
condición se da, también, en quienes siguen la escuela racionalista
o la del humanismo secular. Bien es cierto que el humanismo es algo
que entronca de manera muy directa con el pensamiento filosófico de
nuestra Orden, El Derecho Humano, aunque sin que tal sea una
exclusiva ya que la misma corriente se puede encontrar en el GOF,
quizás porque el DH es, en gran medida, heredero del pensamiento
filosófico de la gran Obediencia liberal francesa aunque llevado un
punto más allá al haber considerado a todos los seres iguales desde
mucho antes de que aquella lo hiciese.
Volviendo
a la cuestión que nos ocupa, y que me preocupa especialmente dado el
oficio que desempeño en la actualidad, parece que resulta harto
complicado compaginar una postura de librepensamiento con
planteamientos teístas ya que estos se basan en la creencia en un
dios revelado, y hacedor de todas las cosas por encima de la razón,
la ciencia o el conocimiento empírico. Digo que me preocupa en tanto
en cuanto la masonería trata, principalmente, de forma a hombres y
mujeres capaces de generar su pensamiento en base a la razón, el
escepticismo y finalmente -quizás como corolario de todo ello-
considerar el laicismo como única filosofía válida para reunir,
por encima de creencias, a todo el género humano.
Parece
que a la vista de lo expuesto, que no es más que una reflexión
sujeta al escrutinio de esta asamblea, tenemos que admitir como
inapelables algunas cuestiones básicas en nuestro trabajo como
francmasones:
La razón es
lo único que nos puede conducir a sostener un pensamiento crítico
La creencia en
cualquier forma de deidad revelada (el teos) se muestra contraria a
los principios que informan una masonería cuya base filosófica sea
el humanismo y el laicismo.
En
consecuencia es evidente que uno de los fines que debemos perseguir
en nuestra formación es desprendernos de cualquier traza de
pensamiento que se base en cuestiones irracionales como la fe, o
cualquier otro tipo de creencia en la que lo mágico sustente nuestro
discurso, y todo ello con independencia del respeto debido a las
particulares formas de pensamiento de nuestras Hhas:. y HH:. y sin
que este respeto nos impida trabajar para desterrar cualquier forma
de irracionalidad existente en la formación de su pensamiento.
Es
incontrovertible que si se trata de formar individuos críticos, el
primer paso es conseguir que la irracionalidad desaparezca de la
manera en que discurren quienes se sientan en nuestras columnas y
esto únicamente podremos conseguirlo mediante la aplicación de un
método racionalista en nuestro discurso individual o colectivo.
Escribía
hace ya algún tiempo que o hacemos una masonería crítica, o
estaremos haciendo algo que puede ser llamado como tal pero que no
será más que un trabajo huero y sin la menor trascendencia,
estaremos obviando una de las principales obligaciones de un masón o
una masona, crecer como ciudadanos con todo lo que el propio concepto
lleva consigo
He
dicho
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