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domingo, 16 de octubre de 2011

Educación, pilar de una sociedad libre



El déficit en el erario público parece amenazar uno de los últimos bastiones que quedan del Estado social; la educación, fundamento sobre el que se erige una sociedad democrática.

Se ha desatado el conflicto -de naturaleza política-, entre determinados Gobiernos regionales y los profesores de la enseñanza pública, pero –seamos sinceros- el problema no está en la inexistencia de un modelo público de enseñanza o que el mismo peligre, sino en los perjuicios en las condiciones laborales de los enseñantes.

Educación pública y de calidad, es una de las principales señas de identidad de las sociedades democráticas, pues las desigualdades entre los miembros de una sociedad se reducen considerablemente cuanto mayor es el grado de calidad de la educación, solo se puede achacar la ocurrencia de reducir el déficit público a costa de sacrificarla, al mal gobierno. La enseñanza pública no puede quedar relegada a una especie de servicio mínimo para los pobres o quienes no tienen otras opciones.

Tal planteamiento se encuentra en las antípodas del pensamiento y la practica de los masones, que patrocinan y defienden desde mediados el siglo XIX el ideal de la enseñanza gratuita y obligatoria; una educación pública universal y gratuita, con calidad y con equidad, bien dotada, como instrumento fundamental para la igualdad de oportunidades, para la cohesión social y para el mejor desarrollo de una sociedad conformada por hombres y mujeres realmente libres.

Es un hecho que la financiación pública no garantiza “per se” la equidad, al igual que la suficiencia de los recursos tampoco asegura la calidad. También es un hecho que la democracia española ha sido incapaz en mas de treinta años de crear un sistema educativo que forme ciudadanos de verdad, seres humanos libres, solidarios y cultos.

El Estado ha desviado enormes cantidades de dinero a la enseñanza privada concertada, en detrimento de la pública, no ha diseñado un modelo educativo racional en una ley duradera. Es cierto que la enseñanza pública cuenta con un equipo de profesores y profesionales y bien pagados, al nivel de Francia y Alemania, países con una renta “per capita” por encima de la nuestra, que dicen que no hay seguridad en las aulas, que su labor no es reconocida -¿Qué pensará un barrendero?-, posiblemente que una parte de ellos no estén ni vocacional ni pedagógicamente a la altura de las circunstancias.

También es cierto, en alguna medida, que los padres hemos hecho dejación de nuestra obligación de educar y trasmitir valores a nuestros hijos: en los hogares no hay adultos -han de trabajar de sol a sol para mantener un nivel de vida-; los niños son educados –socialización de la violencia y la estupidez- por la televisión, los ordenadores y las play station; etc.

Llegado a este punto, considero oportuno recordar un escrito publicado en la revista “Vida masónica”, que se editaba en Madrid en 1931:

Un hijo no es un ser inferior a nosotros, y que gracias a nosotros se nos hace un igual. Muchas veces es un ser superior que por las limitaciones de su débil cuerpo físico no puede aún manifestarse enteramente, y nosotros estamos obligados a ponerle en condiciones de que se manifieste por completo, es decir que eduzcan todas sus buenas cualidades; en eso consiste la educación ...
Haz de él un hombre honrado antes que un hombre hábil. Es decir, antes que hacerlo sabio hazle bueno”.

El artículo pretendía aleccionar a los masones sobre la buena educación de sus hijos, sensibilizándoles para que no descargaran la tarea exclusivamente en las escuelas.

Si queremos una sociedad formada por ciudadanos educados en lugar de por súbditos consumidores, es imprescindible que los padres asuman sus responsabilidad y que el Estado sea capaz de hacer una ley de educación democrática y duradera, que dote de medios a los centros públicos, que anteponga la formación de ciudadanos a la de tecnócratas, que la selección del profesorado se haga de acuerdo a su vocación pedagógica, que se cuente con resortes para no dar por perdido a ningún chaval.

El asunto, entiendo que sigue sin soluciones y con pocas ganas de buscarlas. Una vez mas está de actualidad.

He dicho, Juliano

lunes, 11 de octubre de 2010

Mujeres independientes, no víctimas

ÀSSUN PÉREZ AICART 

"A la mujer se la ayuda haciéndola independiente, no haciéndola víctima". 

Si políticos, periodistas, jueces y otros profesionales tuviesen en cuenta esta frase, muchas cosas mejorarían en nuestro país. Por ejemplo, la situación de las parejas divorciadas con hijos. Para empezar, es importante comprender que un hombre y una mujer se pueden divorciar, pero ello no implica que también lo deban hacer de sus hijos. Por otro lado, ambos tienen derecho a seguir con sus vidas de la forma más independiente posible. Y la única forma que garantiza estos dos requisitos es la custodia compartida.

Mucho se ha querido debatir sobre la custodia compartida, la mayoría de veces por personas que no conocen ningún caso. Aunque en realidad, sería necesario analizar qué es la custodia monoparental. Las separaciones son siempre traumáticas y afectan a diferentes ámbitos del ser humano: el sentimental, el social y el económico. Ninguno puede dejarse de lado. Si una pareja se separa es porque ya no tiene una buena relación, por lo que es ridículo que se exija ese requisito para obtener la custodia compartida. Es curioso que se opine que si no hay buena relación, la custodia monoparental es la mejor opción, cuando es precisamente esa opción la que no reconoce a ambos progenitores como iguales. Es necesario diferenciar el papel de una persona como progenitor y como pareja.

lunes, 12 de octubre de 2009

Cien años del fusilamiento de Ferrer i Guardia


El trece de octubre de 2009 se cumplen 100 años del fusilamiento de Francisco Ferrer i Guardia, masón, librepensador, ácrata y pedagogo.

«Su crimen es el de ser republicano, socialista, librepensador; su crimen es haber creado la enseñanza laica en Barcelona, instruido a millares de niños en la moral independiente, su crimen es haber fundado escuelas»- dijo tras su asesinato Anatole France.

Defensor de la co-educación, el laicismo y la libertad se convirtió en pedagogo para que la Humanidad progresara. No dejó escritos fundacionales pero su voluntad y esfuerzos se vieron plasmados en la Escuela Moderna. Lorenzo Portet, uno de sus biógrafos y amigo ,expuso en su obra “La Escuela Moderna” su ideario y objetivos, haciendo una síntesis del movimiento pedagógico iniciado por Ferrer. Decía:

“¿Qué es la Escuela Moderna?
Es la continuación de la eterna lucha de la luz contra las tinieblas, de la evolución contra el estacionamiento, de los esclavos contra los señores, de los siervos contra el feudalismo, de la libertad contra el privilegio, de la razón contra el dogma, de la verdad contra la superstición, de lo que no es y debería ser, contra lo que es y no debería existir, de la vida contra la muerte, del hombre-realidad contra el dios-ficción”

Toda Europa fue un clamor en defensa del pedagogo: se organizaron manifestaciones, se presionó al Rey y al Gobierno. En España, la sociedad le dio la espalda, solo se levantaron voces desde el movimiento anarquista, algunos miembros de Partido Radical de Lerroux y la Masonería. El temor a los anarquistas (que en aquel tiempo eran una fuerza considerable), el miedo al movimiento pedagógico agnóstico y considerar que Ferrer era un enemigo del sistema burgués, sumaban varios factores que impedían que la injusta sentencia a Ferrer se considerase un caso de vergüenza nacional. Algunos veían semejanzas con el caso Dreyfus en Francia pero lo que allí fue un escándalo que movilizó a la clase intelectual, aquí generó silencio y complicidad.

Jimenez Landi, miembro de la Institución Libre de Enseñanza, redactor del libro fundamental para su conocimiento, me contó hace años que Luís Simarro, uno de los pocos miembros de la primera generación de institucionistas que eran masones, rogó a Giner de los Rios y Manuel B. Cossio que intercedieran por Ferrer. Llegó incluso a ofrecer hacer a la Institución heredera universal de todos sus bienes. Estos se negaron por oponerse a mezclar la Institución con la política. La reforma que defendía la Institución Libre de Enseñanza era de arriba abajo, mantener una buena relación con el Poder y el Estado era fundamental. Igual que ellos casi toda España miró para otro lado, se lavo las manos. Ferrer, para ellos, era un radical antiburgués y defenderle era ir contra el poder establecido, lo que la sociedad bienpensante consideraba los pilares del Estado: el Rey, el Ejercito y la Iglesia.

A las 9 de la mañana del 13 de octubre de 1909, después de un juicio militar, injusto y cruel, sus bienes expropiados y su escuela cerrada, fue fusilado en el foso de Santa Amalia de la prisión del Montjuïc, el masón Francisco Ferrer i Guardia, nombre simbólico Cero.