lunes, 30 de enero de 2012

LOUISE MICHEL, una mujer que molestaba.


¿Por qué he decidido hablaros de Louise Michel?
F. D. de la  R.·. L.·. Anatole France, Paris

Mi interés va más allá de que una logia de la calle Pinel con su nombre ha sido, durante muchos años, compañera en mi itinerario masónico (uno de los templos de la Federación francesa de El Derecho Humano lleva el nombre de esta luchadora) o que tenga una estación de metro dedicada ella, desde 1937 en Levallois-Perret, lugar donde está enterrada.
Louise Michel nació al alba del movimiento obrero, el 29 de mayo de 1830. Podemos decir que es una figura del movimiento revolucionario desde su destierro a la Nueva Caledonia, aunque se calificaba a sí misma como anarquista. Mujer apasionada y apasionante donde las haya, apodada la indomable, la rebelde, la intrépida, la insumisa, caricaturada por sus adversarios, renegada por muchos, respetada por los suyos, aquellos que luchan contra la injusticia.

Forma parte de aquellas mujeres que abrieron brecha a favor de sus derechos. Mujer excepcional, cantada por Victor Hugo y Verlaine, destaca su lucha por las libertades, por la igualdad; en contra del racismo y a favor del bienestar colectivo. Enfrentada a toda injusticia, luchó por edificar un mundo de progreso y paz.

Así escribió en Londres en 1898 en el prefacio a su libro “La  Comuna, Historia y recuerdos”: “arduas son las etapas, pero no son eternas, lo que es eterno es el progreso, ubicando en el horizonte, un nuevo ideal cuando el de ayer aún parecía una utopía….”

Desde su más tierna infancia su deseo de aliviar las miserias humanas le lleva a distribuir entre los más pobre todo cuanto posee. Rápidamente este altruismo se transforma en acciones concretas en contra de la miseria y de la estupidez, posteriormente en una entrega y un compromiso total para con los más desfavorecidos.

Preocupada por la educación, se dedica al magisterio durante algunos años antes de instalarse en Paris en 1856. Impulsó una enseñanza viva, concreta, inspirada de sentimientos republicanos, de hecho una verdadera escuela laica.

Seguramente esta voluntad por transmitir el saber a los niños, para permitirles que el día de mañana fueran hombres y mujeres capaces de decidir por ellos mismos su futuro, es la que le impulsó, una vez deportada a Nueva Caledonia, a dar clases a los nativos, considerados en aquella época por el gobernador y los colonos franceses como una raza inferior.

En París desarrollará una actividad literaria, pedagógica, política y como activista, se relaciona con varias personalidades blanquistas (seguidores de Louis Auguste Blanqui. Escribe poemas que firma con el seudónimo de Enjolras, colabora también en diarios de la oposición como “El grito del pueblo”, y frecuenta asambleas públicas. Pone en tela de juicio elementos claves de la estructura social y religiosa, las desigualdades entre el hombre y la mujer, la opresión ejercida sobre los más débiles, niños, animales, esto desde su más tierna infancia, lo que le forja una firmeza ideológica intachable.

Louise defendió ideas muy innovadoras para la época tal como escuelas profesionales y orfanatos laicos. Su compromiso con los pobres y marginados data de antiguo, pero su salto a la esfera  política se opera cuando asiste a los cursos de educación popular que organiza Jules Simon, a la lectura de Darwin y de Claude Bernard. Por aquel tiempo empieza a frecuentar el grupo de mujeres que trabajaban en Le Droit Humain - El Derecho Humano que animan la Señora Jules Simon y Maria Deraismes en la escuela profesional gratuita donde Louise Simon está encargada de las clases de literatura y de geografía.

A sus 40 años de edad, siendo miembro del comité de vigilancia de Montmartre, fue muy activa durante la comuna de París. Propagandista, enrolada en el 61 batallón de Montmartre, camillera, combatiente, conoce a Clémenceau, alcalde del distrito XVIII de París.

Toda su vida es la viva imagen de un compromiso sin renuncias, combatiente al servicio de las causas populares. Conoció la carcel, la deportación, sin renegar de aquellos principios que conformaban su vida.

En Nueva Caledonia, rechaza el beneficio de un trato diferente del de sus compañeros de deportación. Crea el periódico Pequeños anuncios de la Nueva Caledonia y edita Leyendas y canciones de gesta caledonios. Prepara un diccionario de las palabras más usuales entre las diferentes tribus y fue sin lugar a dudas una de las primeras combatientes anticolonialistas cuando estos se sublevan en 1878.

Un joven deportado de la comuna escribía a propósito de Louise: ”tiene la bondad de los ángeles, la inalterable dulzura, la entrega y la abnegación de una santa: de indulgencia sin límites, favorece a todos, cura y consuela a los enfermos, ofrece a los hombres ejemplo de valor y de calma. Tan pronto como recibe algo de dinero, lo distribuye. No sabe guardarse para sí nada." Un acta policial corrobora estos hechos el 29/01/1874: “el personal administrativo la mira como a una santa”.

Modelo de valor y de dignidad, también fue precursora en la lucha por la igualdad, escribía:”si la igualdad entre los dos sexos fuese reconocida, sería una inmensa brecha en la estupidez humana”.

Feminista antes de tiempo, lo fue en una sociedad en la que los tabúes predominaban: o bien, la mujer era ama de casa, o bien, estaba perdida, y a esto ella decía riéndose: “no quiero ser el potaje del hombre”.

Su influencia aún está presente, hoy en día, en varios departamentos de Estudios femeninos americanos. Louise Michel es con Georges Sand, una de las raras mujeres que adoptaron el traje de hombre en un momento de sus vidas, hecho revelador de une reivindicación feminista.

Mujer, amó y su amor murió bajo las ráfagas de las balas de Versailles. Al parecer la violencia de la represión de Versailles provocó en Louise Michel la necesidad de refugiarse en un sueño de sociedad ideal bajo el signo de la más completa libertad. Después del armisticio de 1880, su regreso a París fue triunfal. Figura legendaria del movimiento obrero, moviliza las masas obreras. Militante incansable, da numerosas conferencias en Francia y en el extranjero. En 1887, se posiciona en contra de la pena de muerte.

Durante los 10 últimos años de su vida, Louise Michel, siendo ya una gran figura revolucionaria y anarquista, multiplica sus conferencias en París y provincias; fundando en 1895 el diario “el libertario”. Muere en Marsella en enero de 1905. El 21 de enero su funeral congrega en París a una multitud de varios miles de personas. Numerosos oradores tomaron la palabra, y, entre ellos, el Venerable de la Logia de la Fraternidad Universal. Insignias y emblemas Masónicos florecieron sobre su tumba en el cementerio de Levallois-Perret, de tal manera que el anarquista Sebastien Faure hizo resaltar que no perteneció a ninguna asociación, ni tan siquiera al anarquismo, ya que en aquel entonces no estaba aún estructurado ni federado.

Un testigo ocular, André Lorulot, afirmó que entregó su solicitud de adhesión a la Orden Masónica Mixta Internacional “Le Droit Humain” fundada en 1893, hecho corroborado por otra fuente.

A propuesta de Madeleine Pelletier, fue invitada, un año antes de su muerte, a entrar en Masonería. En esta ocasión dio un discurso de recepción aunque no fue iniciada pero sí de alguna manera cooptada el 20 de julio de 1904. Los miembros de esa logia se sentían tan honrados por su petición que incluso se propuso, que debido a su estado, podrían dispensarle de la ceremonia de iniciación. Cuando le preguntaron por qué nunca antes se había interesado por entrar en Masonería, contestó: “Habría ya tiempo que hubiese sido de los vuestros si hubiera sabido de la existencia de las Logias mixtas, pero pensaba que para poder entrar en Masonería hacía falta ser un hombre". En cualquier caso, Louise Michel pasó más a la posteridad por su activismo por la revolución social tal y como ella misma dice. Su libro “La miseria” anuncia la crisis social de los suburbios. Personalidad inclasificable, brillante y siempre contemporánea, reconocida por sus cualidades de diálogo, de democracia de desarrollo y de paz, somos sus herederos, es su lucha la que perseguimos. Si el mundo ha cambiado, necesitamos seguir luchando, con al menos tanto tesón para imponer una vida más justa para que aquellos que trabajan puedan decidir su futuro. En este sentido Louise Michel pertenece a nuestra historia y se merece nuestra admiración.

Concluiré estos cinco minutos de charla, con dos citas de Louise Michel:

“cada uno busca su camino, y nosotros buscamos el nuestro. Pensamos que el día en el que el reino de la libertad y de la igualdad llegue, el género humano será feliz”.

“Soy una ambiciosa para con la humanidad, yo quisiera que todo el mundo fuese artista, suficientemente poeta como para que la vanidad humana desapareciese”.

He dicho

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