jueves, 17 de diciembre de 2009

El obispo y la obispa

El miedo y la esperanza.

Por un lado miedo a perder poder e influencia y por el otro la esperanza a llegar a toda la sociedad.

Una postura: un sillón afirmado en la exclusividad;

y otra: una cátedra en convivencia ecuménica.



"Al obispo de Guadalajara, José Sánchez, le parece que el Gobierno tiene un "plan ambicioso" para sacar a la Iglesia de la vida pública y reducir su influencia "a los templos", refiriéndose a la posible retirada de crucifijos de las escuelas, dando así por supuesto que la Iglesia debe estar en la vida e instituciones públicas.
En una misiva a sus fieles ha criticado la posibilidad de que se retiren los símbolos religiosos de las escuelas: "Si nos atenemos a la justificación que han dado personas relevantes del PSOE, esta medida forma parte de un proyecto más ambicioso: reducir la acción de la religión, más en concreto la de la Iglesia Católica, a los templos y, si me apuran, a las sacristías".





"La recién electa obispo tendrá como tarea asistir al jerarca de la diócesis de Los Angeles, J. Jon Bruno en una región donde esta iglesia cuenta con 70.000 feligreses.
Bruno se refirió a Glasspool como una mujer "carismática" y "trabajadora" que aportará una valiosa experiencia de muchos años en este nuevo papel y resaltó que ha venido cumpliendo con sus deberes y preceptos de la Iglesia en Maryland desde 2001. Ella no tiene miedo a los conflictos y es una reconciliadora, dijo Bruno al apuntar que Glasspool y su pareja, Becki Sanders, son un ejemplo de un servicio de amor y del oficio religioso."


Tal vez, la lección nos la muestran las fotos de los dos obispos.
Si, como dice la sabiduría popular, "apartir de los cuarenta tienes la cara que te mereces" o "la cara es el espejo del alma", se puede ver con claridad cual de los dos obispos es feliz y cual no.

1 comentario:

Corzo dijo...

Sí, resulta difícil encontrar obispos católicos cuya cara irradie esa felicidad que se supone en quienes tienen el don, la virtud, la suerte, o como se quiera llamar, de encontrar un dios con el que hablar. Todo sin desmerecer de la misma felicidad de la que podemos disfrutar los que no gozamos, ni falta que nos hace, de ese, para algunos, preciado don.

Salud